Publicado en Animal Político.

La restauración del régimen de pensiones que en Comisión Federal de Electricidad (CFE) se concedió a sus trabajadores representa un retroceso, pues es onerosa, financieramente inviable, inequitativa e injusta desde el punto de vista intergeneracional. Es una señal más de la estrategia de “tierra arrasada” con la que la “wermacht cuatrotera,” comandada por Obrador, pretende destruir, hasta sus cimientos, todo elemento de sensatez en la política pública que heredaron. No queda claro que sea por convicción, en todo caso se trata de prejuicios o, peor aún, caprichos personales. 

Los hechos: en el contrato laboral anterior (2018-20) se estipuló que los trabajadores podían jubilarse con el 100 por ciento del salario de los últimos 4 años de acuerdo a los siguientes criterios:

• Los hombres siempre y cuando hayan cumplido 30 años de servicio y 65 años de edad, o 40 años de servicios sin límite de edad.
• Las mujeres con 30 años de servicios y 65 años de edad, o 35 años de servicios sin límite de edad.

El nuevo contrato de trabajo, en sintonía con la opacidad que caracteriza al presente régimen, no se ha dado a conocer. Sin embargo, por filtraciones se conocen las cláusulas pertinentes, que en los hechos implica volver a las que rigieron en el contrato para 2014-16. Se podrán jubilar:

• Los hombres con 25 años de servicio y 55 años de edad, o 30 años de servicios sin importar la edad.
• Las mujeres con 25 años de servicio sin importar la edad.

Los varones se podrán jubilar con 5 años menos de servicio y 10 años menos de edad. Las damas con 5 años menos, sin restricción de edad. Una mujer que entre a trabajar a la Comisión a los 20 años de edad se podrá jubilar a los 45.

Dichas pensiones son sumamente onerosas, pues en la actualidad la esperanza de vida al nacer es (de acuerdo al Consejo Nacional de Población) de 75.1 años:  77.98 para las mujeres y 72.24 para los hombres. Por consiguiente, la mujer de nuestro ejemplo gozaría de una pensión por 33 años, en promedio. 

En contraste, en 1940, tres años después de la creación de CFE (14 de agosto de 1937), la esperanza de vida era de 41 años para las damas y 39 para los varones. Sin duda, es un gran logro que la gente viva más, pero eleva los pasivos contingentes de la seguridad social. Se tienen que pagar jubilaciones por un mayor número de años. Por eso, en muchos países se está acrecentando la edad de jubilación. En la mayoría de los europeos (entre ellos España, Francia, Holanda, Italia y Reino Unido) se está incrementando a 67 años, al igual que en Estados Unidos.

La restauración del régimen de jubilaciones (en CFE) es inequitativa. Las (y los) trabajadores que hacen depósitos al fondo de inversión que maneja su Administradora de Fondos de Retiro (AFORE) tienen que tener 65 años cumplido para disfrutar del beneficio. Otro elemento de inequidad es que las condiciones de retiro de las mujeres sean más atractivas, lo cual sugiere la presencia de actitudes paternalistas.

Las pensiones tendrán que ser financiadas con recursos de toda la sociedad pues la CFE es una empresa con serios problemas financieros. En los primeros 6 meses del presente año, tuvo pérdidas por 95.6 miles de millones de pesos. Difícilmente se puede afirmar que sea un orgullo para México, es un lastre.

Finalmente, la inequidad es también intergeneracional. El restablecimiento de una pensión “dorada” para los del SUTERM es a cambio de votos por Morena (y aliados) y su apoyo al desmantelamiento de la reforma energética, que destruye la competencia en el mercado eléctrico y premia el uso de tecnologías contaminantes. Por ambas razones la niñez y la juventud terminará pagando por el populismo actual: 1) al destinar parte de su ingreso futuro a sostener pensiones de privilegiados; y 2) al enfrentar los estragos del cambio climático. Pero no olvidemos que se necesita tener 18 años para votar. Par un gobierno tan clientelar, se trata de personas prescindibles.