Por: Arturo Damm Arnal (@ArturoDammArnal)
Por: Arturo Damm Arnal (@ArturoDammArnal)
I.- El concepto libre comercio resulta redundante: el comercio, o es libre, o no es comercio. Si por comercio entendemos el intercambio de bienes y servicios entre vendedores y compradores, el mismo implica la participación voluntaria de las partes. No hay tal cosa como comercio obligado, forzado, impuesto. Si una de las partes fuerza a la otra al intercambio ya no se trata de comercio sino de una manera sui géneris de robo.
II.- El concepto libre comercio se usa para nombrar al comercio internacional, entre naciones, que no existe. No son los países los que comercian, sino compradores y vendedores de distinta nacionalidad, algo muy distinto. México no comercia con los Estados Unidos: mexicanos realizan intercambios comerciales con estadounidenses.
III.- Tratándose del comercio la nacionalidad de los compradores y vendedores es irrelevante. Lo que importa es la compraventa. Tomar decisiones de política económica en función de la nacionalidad de los participantes, y no de los principios, intereses y derechos que dan lugar a los intercambios comerciales, es un error que tiene como consecuencia, entre otras, un menor bienestar para los consumidores, debiendo tener presente que consumidores somos todos.
IV.- El resultado de cualquier intercambio comercial es un mayor bienestar para las partes involucradas, ya que cada una valora más lo que recibe que lo que da a cambio. Prohibir o limitar los intercambios comerciales aumenta la escasez, por lo que disminuye el bienestar, resultando, desde el punto de vista económico, ineficaz[1].
V.- Prohibir o limitar los intercambios comerciales no solo resulta económicamente ineficaz, sino éticamente injusto, porque se limita o prohíbe una actividad, la compraventa, que no viola ningún derecho, siendo estas, las que violan derechos, actividades delictivas por su propia naturaleza, las conductas que debe prohibir y castigar el gobierno.
VI.- En el contexto del mal llamado comercio internacional, que en realidad es comercio entre personas de distinta nacionalidad, el libre comercio es aquel arreglo institucional que permite que sean los consumidores, comprando o dejando de comprar, quienes determinen la composición (el qué) y el monto (el cuánto) de las importaciones, de tal manera que se importa lo que los consumidores compran, y en las cantidades que compran, sin ninguna intervención del gobierno en lo referente al qué y al cuánto de las importaciones.
VII.- Las importaciones tienen dos ventajas. 1) Aumentan la cantidad, y mejoran la calidad, de los bienes ofrecidos en un país, en beneficio de los consumidores. 2) Intensifican la competencia, obligando a los productores nacionales a volverse más productivos (capaces de producir más con menos), condición necesaria para volverse más competitivos (capaces de ofrecer a menor precio, con mayor calidad y mejor servicio), nuevamente en beneficio de los consumidores, que somos todos.
VIII.- Si el gobierno limita o prohíbe las importaciones lo hace con el fin de proteger a los productores nacionales de la competencia que las mismas traen consigo (por eso a esta práctica gubernamental se le llama proteccionismo), lo cual resulta ineficaz e injusto. Injusto porque el gobierno le prohíbe a los consumidores comprar lo que les dé la gana (producido en el país o en el extranjero), a quien les dé la gana (oferente nacional o extranjero), en donde les dé la gana (en su país o en el extranjero), todo lo cual viola el derecho a la libertad individual y a la propiedad privada. Ineficaz porque la menor competencia le permite a los oferentes nacionales obtener rentas, que es la diferencia entre el precio (mayor) que pueden cobrar por estar protegidos de la competencia y el precio (menor) que podrían cobrar si estuvieran sujetos a la mayor competencia posible, para lo cual deben permitirse las importaciones.
IX.- Los tratados de libre comercio nunca han dado como resultado el verdadero libre comercio, por el cual son los consumidores, comprando o no, los únicos que determinan el qué (la composición) y el cuánto (el monto) de las importaciones. Dichos tratados han dado como resultado, entre personas de distinta nacionalidad, un comercio menos obstaculizado y menos lastrado, pero todavía lastrado y obstaculizado por todo tipo de medidas proteccionistas, injustas e ineficaces.
X.- Cuando los gobiernos negocian, o renegocian, un tratado de libre comercio, los encargados están decidiendo, uno, qué tipo y qué grado de protección van a concederle a los productores y, dos, de qué manera pueden relacionarse comercialmente los ciudadanos, todo lo cual es arbitrario. ¿Qué tipo y qué grado de protección deben los gobiernos otorgarles a los productores? Ninguno. ¿De qué manera deben relacionarse comercialmente personas de distinta nacionalidad? De la manera que solamente ellos decidan, que será la manera que más les convenga.
Sirvan estas diez aclaraciones, ¡que de ninguna manera agotan la cuestión!, para entender mejor el tema del Tratado de Libre Comercio, de su renegociación, y de su probable fin.
* Arturo Damm Arnal es economista por la Universidad Autónoma Metropolitana. Estudió también la Licenciatura y la Maestría en Filosofía en la Universidad. Realizó estudios doctorales en filosofía en la Universidad de Navarra. Es profesor de Teoría Económica y de Análisis Económico y de Historia del Pensamiento Económico en la UP. Forma parte del grupo de expertos de @MexicoComoVamos. E-mail: arturodamm@prodigy.net.mx
[1] Económicamente es eficaz todo aquello que, desde conductas de los agentes económicos hasta políticas económicas gubernamentales, reduce la escasez y mejora las posibilidades de un mayor bienestar. Económicamente es ineficaz todo lo que aumenta la escasez y empeora las posibilidades de lograr mayor bienestar.