Publicado en Animal Político.
“When I was young I thought that money was the most important thing in life; now that I am old I know that it is”.
George Bernard Shaw
El Producto Interior Bruto Real por habitante (PIBph) se usa frecuentemente para comparar el bienestar entre países, regiones o periodos históricos, aunque es obvio que hay otras cosas que importan. Entre éstas hay muchas que son intangibles, como el amor o la amistad y otras que podemos medir, como el ingreso. El gobierno de la 4T quiere ser evaluado en términos de bienestar, quizás porque no le está yendo bien en lo económico. La única forma de evaluarles es definir qué es bienestar y cómo se relaciona con el PIBph.
Elegir los elementos de una medida de bienestar que haga justicia a nuestro gobierno es difícil, aún más si el gobierno no nos ayuda tantito. Las personas tenemos sistemas de valores muy distintos que forjamos en nuestra familia, con los amigos, en la escuela y es muy difícil ponderar de forma ecuánime lo que la sociedad nos da. Si pudiéramos hacerlo no existirían pensamientos mágicos como el “echaleganismo” o bizarras teorías de explotación.
Para elegir los elementos de esta medida de bienestar, imaginen que nos encontramos en un estado previo a la existencia. No sabemos en dónde vamos a nacer, pero entendemos que nacer y vivir en CDMX no es lo mismo que vivir en Tamaulipas o en Morelos. Incluso si supiéramos donde vamos a nacer, tampoco sabemos en qué familia y si disfrutaremos de grandes lujos o pasaremos dificultades.
Sin duda, lo más importante sería nacer en un estado que nos ofrezca una vida larga, ya que la vida tiene valor en sí misma y, aunque ese valor es incalculable en términos morales, las personas le ponemos un precio todos los días. Los estudios (principalmente para Estados Unidos) que han intentado medir este valor encuentran que se sitúa en torno a los 5 millones de dólares (en valor actual), que convertidos en pesos anuales y ajustados por la esperanza de vida promedio en México representan casi 3 millones de pesos por año, al tipo de cambio actual, o 340 veces la renta laboral promedio de un mexicano. Esto puede generar enormes diferencias entre PIBph y bienestar, ya que nuestra medida de bienestar incorporaría el valor de la vida de los ciudadanos de las distintas regiones de México.
Gráfico 1. En los estados más ricos se vive más
No obstante, el gráfico 1 compara la esperanza de vida y el PIBph trimestral por estado y muestra que es poco probable que éstas generen diferencias en bienestar. Los datos internacionales contienen países en los que la brecha en esperanza de vida al nacer es de más de 15 años respecto de los países más desarrollados. Las regiones de México no difieren lo suficiente en esperanza de vida para que importe a la hora de comparar el bienestar con el PIBph.
El siguiente elemento que debemos incluir en nuestra medida de bienestar es que nuestra vida sea próspera. Todos tenemos conceptos distintos de prosperidad, hay quien se siente opulento con una “sorjuana” en el bolsillo y otros no se cansan de acumular casas, pero lo normal es que nos guste consumir. Si medimos el gasto total en consumo de los hogares en México, que incluye desde calcetines hasta “iPhones”, lo ajustamos al nivel de precios relativo de 2013, que es el mismo año base de la contabilidad regional, y lo ponderamos por el tamaño de cada familia, obtenemos una medida del consumo por persona. El gráfico 2 muestra como esta medida se relaciona con el PIBph.
Gráfico 2. En los estados más ricos se consume más
Al igual que con la esperanza de vida, aparentemente las regiones de mayor PIBph consumen más que las más pobres, aunque parte de esa variabilidad puede deberse a que las personas no reporten de forma correcta sus ingresos, o a cambios metodológicos entre las diferentes ENIGH que no exploré en el análisis.
Otra fuente de prosperidad es disponer de tiempo para disfrutar, lo que comúnmente llamamos ocio. Sobre éste, la ENIGH pregunta desde 2008 de la siguiente manera: “Durante la semana pasada ¿Cuánto tiempo le quedó para realizar actividades que a usted le gustan?” Los datos revelan que hay bastante variabilidad entre las horas de ocio por persona a la semana entre estados. El gráfico 3 muestra que hay estados en los que las personas declaran disfrutar de 17 horas y en otros declaran disfrutar del doble, aunque es necesario tener bastante buena memoria y aún mejor criterio para recordar cuánto de nuestra semana le dedicamos al ocio.
Gráfico 3. El ocio se caracteriza por su dispersión entre estados
Si valoramos el ocio con el salario promedio real de mercado (2 salarios mínimos), obtenemos una forma de darle valor económico e incorporarlo en nuestra medida de bienestar. Si hacemos esto, es fácil apreciar el enorme valor oculto del ocio y cómo sus diferencias entre estados puede ser fuente de diferencias importantes en bienestar. Por ejemplo, el ocio de los sonorenses en 2018 representó el 24% de su PIB.
El último componente del bienestar es la desigualdad con la que el gasto en consumo y el ocio se distribuyen y ahí también se aprecian diferencias enormes entre regiones. Los datos de la ENIGH 2018 muestran que es igual de probable encontrar hogares con gastos de 12,000 pesos al trimestre que hogares que gastan 110,000 pesos en Sonora, mientras que en Quintana Roo esos mismos hogares consumirían 20,000 y 100,000 pesos respectivamente, lo que me hace pensar como persona temerosa que referiría vivir en un estado donde mi probabilidad de ser pobre sea baja y el consumo se distribuya de forma más igualitaria. Lo mismo ocurre con el ocio.
Todos estos elementos pueden integrarse en una medida de bienestar que bautizaré como Bienestar Interior Bruto (BIB) y que podemos comparar con el PIBph, para evaluar si es un buen indicador de bienestar ínter regional, que debería ser usado para evaluar el desempeño del gobierno. El BIB está medido en términos de consumo bajo ciertos supuestos técnicos que no incluyo pero que con gusto comparto con quien esté interesado.
El gráfico 4 compara el BIB con el PIBph, relativos a la CDMX, y quiero llama la atención del lector sobre tres cosas. La correlación entre BIB y PIBph es positiva, una condición necesaria para que el PIBph sea un buen indicador de bienestar social.
Gráfico 4. El dinero y la felicidad están relacionados
Esto se debe a que la correlación entre BIB y PIBph es positiva, una condición necesaria para que el PIBph sea un buen indicador de bienestar social, por no mencionar que se elabora con mucha más frecuencia que con la que podríamos calcular el BIB. En cualquier caso, el BIB es típicamente superior al PIBph, relativo a la CDMX. El mayor poder adquisitivo de la capital no siempre compensa otras características que tienen estados del interior de la república. Pueden también apreciar que la relación entre BIB y PIBph ha cambiado mucho en el tiempo, como resulta evidente al comparar los paneles (a) y (b) del gráfico 4 y que puede apreciarse mejor en el gráfico 5.
Gráfico 5. El crecimiento del dinero y bienestar no coinciden
Los datos apuntan a que el bienestar cayó en casi todos los estados, con independencia de que sus PIBph crecieran. En algunos, como en Veracruz, el bienestar cayó en más de un 3% anual; una verdadera tragedia. El estado no ha podido proveer de un mayor bienestar a sus ciudadanos y, cabe mencionar que, tampoco ha podido hacerles mucho más ricos. Es natural el descontento y el cambio que este ha traído. Queda aún por ver si solo ha sido un cambio de nombre, lo que sospecho.
No creo que la esperanza de vida vaya a aumentar, dado que terminaremos el año con un 0.4% menos ciudadanos que ya no despertarán para disfrutar ni de consumo ni de ocio. Éstos, concentrados en las áreas más densamente pobladas. Los que aquí quedamos enfrentamos el luto y las consecuencias económicas de la pandemia inconclusa, tan graves que ya no hay parangón histórico. De hecho, el consumo se desplomó en casi un 20% en el segundo trimestre de 2020, respecto del trimestre anterior y no creo que vayan a argumentar que el “ocio” aumentó porque millones mexicanos perdieron su empleo, probablemente para encontrar uno peor. Además, viviremos en una sociedad más desigual.
Terminemos pensando en qué está haciendo el gobierno al respecto. Dicen que el régimen neoliberal dejó al sistema de salud en ruinas, pero eliminan el Seguro Popular y dilapidan el presupuesto en Pemex. Dicen que el régimen neoliberal hizo que el consumo y el ingreso de los mexicanos no creciera, pero inducen una recesión y se niegan a subsidiar a los millones de mexicanos que han quedado en ruinas. Dicen que primero los pobres, pero se busca una solución para continuar con las clases que les deja completamente de lado. Es, por lo tanto, muy difícil que se cumplan las promesas de la 4T. Visto lo visto, hasta su sinceridad debería estar sujeta a escrutinio.