Publicado en Animal Político.
I.-
Varias fueron las referencias a la economía en el informe de AMLO, algunas de las cuales vale la pena comentar, porque en ellas encontramos las ideas que el presidente tiene en torno a la economía, que hoy, atorón de por medio, cobra singular importancia: durante el primer semestre de 2018 la economía creció 0.55 por ciento (malo), y a lo largo del primer semestre de 2019 decreció 0.15 por ciento (peor).
Centro la atención en cuatro de esas ideas.
II.-
Dijo AMLO: “Ya es un hecho (…) la separación del poder económico del poder político”, separación que debe darse para eliminar el capitalismo de compadres, que es el contubernio entre el poder político y el económico, por el cual el primero le otorga privilegios al segundo (ejemplo: mantenerlo al margen de la competencia, lo cual le permite cobrar mayores precios y obtener ganancias extraordinarias), y el segundo le brinda incondicionalidad política al primero (ejemplo: desde no criticarlo hasta aplaudirlo).
Al margen de la respuesta a la pregunta de si realmente ya se separó el poder económico del político, de si efectivamente ya se eliminó el capitalismo de compadres, hay que recordar lo dicho por AMLO el 8 de agosto pasado, cuando afirmó que “la política debe estar por encima de la economía”, afirmación que nos lleva a preguntar por la relación correcta entre economía y política.
Ni la economía debe estar por encima de la política, ni la política debe ubicarse por encima de la economía. Cada una debe estar al lado de la otra, para empezar porque sus fines y sus medios son distintos. El fin de la economía es la satisfacción de las necesidades y el medio la producción de satisfactores. El fin de la política es la superación de los conflictos de intereses en el ámbito de los asuntos de la polis y el medio el diálogo, la negociación y el acuerdo. Ambas, economía y política, son necesarias, pero cada una en su campo, sin subordinación de la una a la otra o de la otra a la una.
III.-
Afirmó AMLO: “Se está poniendo en práctica el olvidado mandato constitucional, según el cual el Estado tiene la responsabilidad de promover y encausar el desarrollo económico nacional”, en clara alusión, entre otras, al tercer párrafo del artículo 25 constitucional, en el cual se afirma que “el Estado planeará, conducirá, coordinará y orientará la actividad económica nacional”, lo cual, dado que la actividad económica nacional no existe, existiendo únicamente las actividades económicas de las personas, solamente es posible si el Estado, que para todo efecto práctico es el gobierno en turno, planea, conduce, coordina y orienta las actividades económicas de cada uno. Si así fuera, que (¿todavía?) no lo es, ¿dónde quedaría la libertad individual para producir, ofrecer y vender, para demandar, comprar y consumir, y dónde la propiedad privada sobre los medios de producción, necesarios para producir, ofrecer y vender, y sobre los ingresos indispensables para demandar, comprar y consumir?
Comparemos el tercer párrafo del artículo 25 de nuestra constitución con el primer párrafo del artículo 16 de la constitución cubana, que dice: “El Estado organiza, dirige y controla la actividad económica nacional”. ¿Alguna semejanza? Sí. ¿Y qué tipo de sistema económico tienen en Cuba? Comunista. ¿Y cuáles han sido los resultados? Entre malos y pésimos.
Se podrá decir que los cubanos, cuya constitución vigente es de 1976, nos copiaron a nosotros, ya que la nuestra es de 1917. Sin embargo, no hay que olvidar que el actual capítulo económico de nuestra constitución, al cual pertenece el mentado artículo 25, data del 3 febrero de 1983. ¿Quién le copio a quién?
No puedo dejar de mencionar lo dicho hace unos días por el subsecretario de educación, Luciano Concheiro: “Debemos proponernos el comunismo como sociedad emancipada…”, comunismo al cual le corresponde, entre otras muchas otras barbaridades, la planeación, conducción, coordinación y orientación gubernamental de las actividades de los agentes económicos, todo lo cual atenta contra la libertad individual y la propiedad privada, haciendo imposible, por ello mismo, conseguir mayores niveles de bienestar.
IV.-
Señaló AMLO: “La esencia de nuestra propuesta económica consiste en convertir la honestidad y la austeridad en forma de vida y de gobierno”, honestidad y austeridad que, siempre y cuando la segunda no degenere en austericidio, son virtudes que todo funcionario público debe tener, pero no son suficientes para armar una propuesta económica eficaz que logre mayor crecimiento de la producción, mayor creación de empleos, mayor generación de ingreso, condiciones necesarias para conseguir mayor bienestar para las personas.
Más adelante AMLO afirmó que “la nueva política productiva que estamos llevando a la práctica consta de cuatro acciones fundamentales: fortalecer la economía popular, impulsar proyectos para el desarrollo regional, fomentar la participación de la iniciativa privada y promover la intensificación del comercio exterior y la captación de la inversión extranjera”, debiendo preguntarnos qué tan eficaz está resultando esta nueva política productiva, sobre todo ante la fuerte contracción de la inversión fija bruta (menos 4.6 por ciento durante el primer semestre del año) y ante el crecimiento cada vez menor de la inversión extranjera directa (a lo largo del primer semestre de 2016, 2017, 2018 y 2019 creció, respectivamente, 34.5, 9.9, 4.7 y 1.5 por ciento).
V.-
Señaló AMLO: “La nueva política económica significa también mantener finanzas públicas equilibradas, sanas, no deficitarias, es decir, no gastar más de lo que ingresó a la hacienda pública”, afirmación que, más que prescriptiva es descriptiva, por una razón muy sencilla: el gobierno no puede gastar más de lo que ingresa en sus arcas, ingreso que puede originarse en el cobro de impuestos, y/o en la contracción de deuda, y/o en la producción de dinero, y/o en la venta de activos, que son las cuatro fuentes de ingresos gubernamentales.
Que las finanzas gubernamentales no sean deficitarias quiere decir que todo el gasto se financia con impuestos, por lo que no es necesario recurrir a alguna de las otras tres fuentes de ingreso gubernamental, sobre todo la deuda, misma que, en lo que va de la actual administración, ha aumentado. Me remito a las cifras de la SHCP.
Saldo de la deuda interna en noviembre de 2018 (último mes del gobierno de Peña Nieto), 6,689,086 millones de pesos. En julio pasado, 7,073,727 millones. Aumento del 5.8 por ciento.
Saldo de la deuda externa en noviembre de 2018, 198,064 millones de dólares. En julio pasado, 203,204 millones. Incremento del 2.6 por ciento.
Además, en el caso del actual gobierno, lo que importa es la recomposición del gasto: en qué se está gastando menos y en qué se está gastando más, y la manera de ejercerlo: quién dejó de gastar y quién empezó a gastar.
VI.-
De todo lo dicho por AMLO en su informe con relación a la economía lo que más me preocupa es la recuperación del olvidado (¿realmente estuvo en el olvido?) mandato constitucional a favor de la rectoría estatal del desarrollo nacional (primer párrafo del artículo 25 de la Constitución), lo cual, llevado hasta sus últimas consecuencias podría, en el mejor de los casos, regresarnos a un escenario parecido al de la docena trágica (los sexenios de Echeverría y López Portillo) o, en el peor, llevarnos a una situación semejante a la de Venezuela, algo que muchos consideran imposible. Yo lo considero poco probable, pero de ninguna manera imposible. Ya tenemos a un subsecretario de educación afirmando que el camino de México debe ser el del comunismo. Ojo: no el del mercantilismo, o el del socialismo, o el del keynesianismo, de los males los menores, sino el del comunismo, el mayor de los males.