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TLC: ¿qué debe hacer el gobierno mexicano?

Arturo Damm Arnal (@ArturoDammArnal)

 
15 de Agosto del 2017

Publicado en el blog de México, ¿Cómo Vamos? en Animal Político.

TLC: ¿qué debe hacer el gobierno mexicano?

Por: Arturo Damm Arnal (@ArturoDammArnal)

La primera ronda de renegociaciones del TLC tendrá lugar del 16 al 20 de agosto. Renegociar un tratado de libre comercio (ojo: ¡de libre comercio!) tiene sentido si se avanza en la apertura comercial, en lo particular, y en la liberalización económica, en lo general. En Norteamérica tanto la una como la otra dejan qué desear, por lo que la renegociación del TLC debería ser la oportunidad para avanzar en ambas.

La intención de Trump es renegociar el TLC para corregir el déficit comercial que los Estados Unidos tiene con México, y que él considera, ¡erróneamente! la prueba de que con el TLC México ha ganado y Estados Unidos perdido.

Con el TLC México ha ganado y Estados Unidos perdido. Esta es la idea con la que el equipo estadounidense se sentará a la mesa de la renegociación, en la cual, de un lado, estarán los representantes del gobierno mexicano y, del otro, los de la administración trumpista, todo lo cual da la impresión, ¡falsa!, de que, de lo que se trata, es de un altercado entre México y los Estados Unidos, cada uno con sus intereses, la mayoría de ellos encontrados. Realmente, en la renegociación del TLC, ¿tenemos a México por un lado y a los Estados Unidos por el otro, cada uno con sus intereses, irremediablemente encontrados? No.

En materia del comercio entre México y los Estados Unidos existen cuatro grupos de agentes económicos: 1) los productores y exportadores mexicanos,[1] 2) los consumidores mexicanos,[2] 3) los productores y exportadores estadounidenses[3] y 4) los consumidores estadounidenses.[4] Estos cuatro grupos se reagrupan en dos conjuntos con intereses coincidentes: 1) productores y exportadores mexicanos, y consumidores estadounidenses, los primeros con el interés de exportar productos mexicanos hacia los Estados Unidos, los segundos con el interés de importar productos mexicanos desde México; 2) productores y exportadores estadounidenses, y consumidores mexicanos, los primeros con el interés de exportar productos estadounidenses hacia México, los segundos con el interés de importar productos estadounidenses desde los Estados Unidos.[5]

En materia del comercio entre mexicanos y estadounidenses no tenemos, por un lado, a México y sus intereses y, por el otro, a los Estados Unidos y sus intereses, irremediablemente encontrados. Tenemos, por un lado, a productores y exportadores mexicanos, y consumidores estadounidenses, con el mismo interés a favor de la exportación de productos mexicanos hacia los Estados Unidos y, por el otro, a productores y exportadores estadounidenses, y consumidores mexicanos, con el mismo interés a favor de la importación de productos estadounidenses hacia México.

¿Cuál debe ser, en el marco de la renegociación del TLC, la tarea del gobierno mexicano con relación a los dos grupos de agentes económicos mexicanos involucrados: productores y exportadores, por un lado, consumidores, por el otro? Defender sus intereses: 1) el de los productores y exportadores mexicanos de poder ofrecer sus mercancías en los mercados estadounidenses, para lo cual, al final de cuentas, el gobierno estadounidense debe permitir la entrada de los productos mexicanos a los Estados Unidos, 2) el de los consumidores mexicanos de poder comprar, en los mercados mexicanos, productos estadounidenses, para lo cual, por principio de cuentas, el gobierno mexicano debe permitir la importación de dichos productos desde los Estados Unidos. ¿En cuál de las dos tareas el gobierno mexicano resulta más eficaz? En la segunda (mantener abiertos, por lo menos tan abiertos como ya lo están,[6] los mercados mexicanos a la importación de productos estadounidenses), que depende totalmente de él, no siendo el caso de la primera (mantener abiertos, por lo menos tan abiertos como ya lo están,[7] los mercados estadounidenses a la exportación de mercancías mexicanas), que depende, al final de cuentas, del gobierno estadounidense.

Si el principal objetivo del gobierno trumpista es corregir el déficit comercial de los Estados Unidos con México entonces deberá: 1) o prohibir la importación de productos mexicanos hacia los mercados estadounidenses, 2) o incentivar la exportación de productos estadounidenses hacia los mercados mexicanos,[8]3) o prohibir la importación de productos mexicanos hacia los mercados estadounidenses e incentivar la exportación de productos estadounidenses hacia los mercados mexicanos. Cualquiera de las tres opciones supone un retroceso hacia el proteccionismo y en contra del libre comercio, y la pregunta es: ante cualquiera de ellas, ¿cuál deberá ser la reacción del gobierno mexicano? Posible respuesta: ojo por ojo, diente por diente, es decir: 1) o prohibir la importación de productos estadounidenses hacia los mercados mexicanos, 2) o incentivar la exportación de productos mexicanos hacia los mercados estadounidenses,[9] 3) o prohibir la importación de productos estadounidenses hacia los mercados mexicanos e incentivar la exportación de productos mexicanos hacia los mercados estadounidenses.

Independientemente de lo que haga el gobierno estadounidense en el marco de las renegociaciones del TLC, el gobierno mexicano no debe dar un paso atrás en materia de apertura comercial, debiendo mantener, por lo menos, el grado de apertura que ya se ha conseguido, y ello por dos razones: 1) las importaciones aumentan la cantidad, calidad y variedad de los bienes ofrecidos a los consumidores mexicanos, pudiendo ocasionar reducciones de precios,[10] y 2) las importaciones, dada la competencia que traen consigo, obligan, a quienes producen en México, mexicanos o extranjeros, a volverse más productivos (capaces de hacer más con menos), para poder volverse más competitivos (capaces de, en términos de precio, calidad y servicio, hacerlo mejor que sus competidores), en beneficio de los consumidores. Todo esto, ¿tiene algo de malo?

Es más, aprovechando la renegociación del TLC, el gobierno mexicano debería anunciar la total y definitiva apertura comercial y liberalización económica en México, algo que, obviamente, no hará.[11] Para ello le falta altura de miras.

 

 

* Arturo Damm Arnal es economista por la Universidad Autónoma Metropolitana. Estudió también la licenciatura, la maestría y el doctorado en Filosofía en la Universidad Panamericana, donde también cursó la maestría en Derecho Económico. Es profesor de Análisis Económico del Derecho y de Historia del Pensamiento Económico en la misma universidad. Forma parte del grupo de expertos de @MexicoComoVamos. E-mail: arturodamm@prodigy.net.mx.

 

[1] Muchos de los cuales operan en México con capital estadounidense.

[2] Muchos de los cuales son productores y exportadores que operan en México con capital estadounidense, y antes de producir y exportar importan (maquinaria, equipo, materia prima, partes, etc.), desde los Estados Unidos.

[3] Muchos de los cuales, antes de ser productores y exportadores, son importadores de productos mexicanos.

[4] Los cuales, antes de ser consumidores, tuvieron que ser productores, muchos de los cuales fueron, además, exportadores.

[5] Omito, por falta de espacio, mencionar a los productores y exportadores mexicanos que, teniendo el interés de poder exportar hacia los Estados Unidos, también tienen el interés de no competir, en los mercados mexicanos, con las importaciones estadounidenses, asumiendo la típica posición mercantilista a favor de sus exportaciones y en contra de las importaciones.

[6] Lo cual quiere decir que la apertura comercial no es total ni definitiva.

[7] Idem.

[8] Lo cual puede toparse con barreas infranqueables impuestas por el gobierno mexicano.

[9] Lo cual puede enfrentarse a barreas insalvables levantadas por el gobierno estadounidense.

[10] O, en el actual contexto de repunte en la inflación, ayudar a que éste sea menor.

[11] Para entender la conveniencia de llevar a cabo una apertura (en nuestro caso una mayor apertura) comercial unilateral, véase el capítulo 12 del excelente libro de Rigoberto Stewart, La magia y el misterio del comercio.

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