Publicado en Animal Político.
De repente vale la pena alejarse un poco de la esfera usual de debate y de argumentos para ver las cosas desde otra óptica. En lo que hace al nuevo acuerdo de México, Estados Unidos y Canadá es interesante observar las diferentes reacciones que se han tenido en el país frente a las que se han tenido, por ejemplo, en Estados Unidos o en la prensa inglesa. En México ha habido una especie de consenso en que se logró un buen acuerdo dadas las circunstancias. Más que analizarlo desde la perspectiva de mayor acceso a los mercados de nuestros socios o de una ampliación sustantiva del comercio entre países, se ha visto desde la óptica de lo que no perdimos.
Desde 2016, cuando el ahora presidente de Estados Unidos dijo en un discurso en Pensilvania que el TLCAN era el peor acuerdo comercial nunca firmado y que solo había permitido que México y Canadá abusaran de la economía más grande del mundo, los focos rojos se prendieron en México y apenas comienzan a bajar de intensidad, por lo menos en el tema comercial. Eso marcó el tono de la renegociación y sin duda marca el ánimo con el que estamos evaluando los resultados.
El tono fuera de México ha sido distinto. Se cuestiona el éxito de la renegociación, reconociendo el daño que el presidente de Estados Unidos ha causado a la imagen del comercio internacional. La prensa califica el acuerdo como más restrictivo e incluso el cambio de nombre no ha pasado desapercibido, eliminando las palabras “libre comercio”, mandando una clara señal de dónde radican los verdaderos intereses del presidente Trump. En un panel de comercio organizado en Houston, Texas, la semana pasada, uno de los ponentes sugirió que México logró evitar una bala de cañón con un enorme potencial de destrucción, pero que todavía tendría que evitar miles de balas que el vecino norteño le mandaría.
Quizás sea esa analogía justamente lo que explique el ánimo optimista que se ha tenido en México frente al acuerdo. Una bala a la vez. Ya evitó México una enorme amenaza económica, no sin costos y no sin cesiones, pero ya pasó. Vendrán más.
Considero que México logró quitar una de las variables que más incertidumbre le daban al desempeño de corto y medio plazo de la economía del país. Una nube menos en el escenario incierto que se vislumbra. Esa es seguramente la principal razón por la cual el equipo del presidente electo deseaba que se concluyera antes del 1 de diciembre, una cosa menos con la que lidiar.
El panorama económico de cualquier país siempre tiene un elemento de incertidumbre, pero está en las variables fundamentales de las economías – y en la capacidad de reacción y manejo de sus gobernantes – responder adecuadamente a las pequeñas nubes o a los negros nubarrones que puedan presentarse. Más allá del acuerdo comercial, las propias políticas económicas de la nueva administración representan un elemento de incertidumbre, más de la usual inherente a cualquier cambio de gobierno.
Hoy vemos declaraciones día a día, en muchas ocasiones faltas de coherencia y de consistencia, que pueden repercutir, para bien o para mal, de forma importante en la economía de México y por supuesto en la vida de los mexicanos. Poco a poco, en lo que este nuevo gobierno va cobrando vida, tendremos más claridad de sus propuestas. Más allá de sus dichos, podemos empezar a ver sus hechos.
Mucho se habló durante la campaña sobre la transparencia y el combate a la corrupción. En días recientes, el congreso de Tabasco aprobó reformas a la legislación de obras públicas y de adquisiciones con el fin de dispensar licitaciones en obras estratégicas, favoreciendo de hecho las adjudicaciones directas. Se opta por perder – una vez más –una oportunidad de oro de otorgar contratos públicos de forma transparente y fomentando la competencia. Se optó – de nuevo – por la opacidad y las adjudicaciones a modo. Mala forma de empezar, mal ejemplo de entrada.
Suponiendo que los procesos legislativos fluyan sin demasiadas complicaciones en los tres países (no es tan claro el panorama en el Congreso de Estados Unidos), haber logrado este acuerdo comercial elimina una nube del horizonte. Pero vienen más. Al parecer anticipándose al límite del 15 de diciembre, pronto se presentará el presupuesto. Veremos si, por lo menos en el papel, existe el compromiso por la responsabilidad fiscal. Veremos, también, cuál es el compromiso con la inversión que se demuestra, tanto para mantener la existente como para atraer más, tanto local como foránea. Poco a poco iremos viendo los proyectos de inversión pública y analizaremos su impacto económico y social.
Habrá nubes que vendrá del extranjero, también. Se anticipan más incrementos de tasas en la economía estadounidense y una desaceleración, si no es que una franca recesión, hacia 2020, lo cual complicaría el desempeño de la economía mexicana.
Por eso el ánimo optimista ante este acuerdo más restrictivo que el existente. Nos quitamos una nube del camino. Quizá eso nos permita ver con más claridad las que vienen, una a la vez.
Valeria Moy es directora general de @MexicoComoVamos.