Por: Arturo Damm Arnal (@ArturoDammArnal)
Publicado en el blog de México, ¿Cómo Vamos? en Animal Político.
Desigualdad y pobreza, algunas reflexiones
Por: Arturo Damm Arnal (@ArturoDammArnal)
La afirmación se repite una y otra vez: la causa de la pobreza es la desigual distribución del ingreso, por lo que, para terminar con la primera, hay que ponerle fin a la segunda. ¿Qué condiciones deben cumplirse para que, efectivamente, la desigual distribución del ingreso sea la causa de la pobreza?
Primera: que todos los agentes económicos generen la misma cantidad de ingreso. Segunda: que todos los agentes económicos depositen todo su ingreso en un fondo común de la sociedad. Tercera: que una vez realizado dicho depósito aparezca un distribuidor encargado, como su nombre lo indica, de distribuir el ingreso entre los agentes económicos, y que, por alguna extraña razón, le dé más ingreso a unos, convirtiéndolos en los “ricos”, y menos a otros, transformándolos en los “pobres”, siendo la causa de la pobreza de estos últimos la desigual distribución del ingreso, que en este caso, además de desigual también es injusta: a nadie se le dio lo que se le debía, según el ingreso generado para cada quien.
Supuesto todo lo anterior, ¿qué se requiere, no para corregir la desigual distribución del ingreso, sino para corregir la injusta distribución del mismo? Lo que se necesita es que aparezca un nuevo personaje, al que llamaremos redistribuidor, cuya tarea, tal y como su nombre lo indica, sea redistribuir el ingreso, quitándole a los “ricos” lo que, en la distribución, les tocó de más, para darle a los “pobres” lo que, en aquella distribución, les tocó de menos. ¿Cuál sería el resultado de la redistribución del ingreso? Que cada agente económico terminaría con la cantidad de ingreso que generó. Llegaríamos al punto de partida.
Las tres condiciones que tienen que cumplirse para que la causa de la pobreza sea la desigual distribución del ingreso, ¿se cumplen? ¿Todos los agentes económicos generan la misma cantidad de ingreso? No. Supuesta esta condición, ¿todos los agentes económicos depositan todo su ingreso en un fondo común de la sociedad? No. Supuesta esta condición, ¿aparece un distribuidor que distribuye el ingreso dándoles más a unos y menos a otros? No. En la realidad no se dan las condiciones para que la causa de la pobreza sea la desigual distribución del ingreso, ni para justificar la redistribución del mismo. Es más, basta con que no se cumpla la primera condición –que todos los agentes económicos generen la misma cantidad de ingreso– para que no se cumplan las otras dos. Y esa primera condición no se cumple: la capacidad de los agentes económicos para generar ingreso, por múltiples razones, es desigual. (Esta desigualdad, preguntado sea de paso, ¿es injusta?).
Primera consideración. La causa de la pobreza no es la desigual distribución del ingreso, sino la incapacidad de los pobres para, en primer lugar, generar un ingreso suficiente que les permita, por lo menos, satisfacer correctamente sus necesidades básicas, aquellas que, de quedar insatisfechas, atentan contra la dignidad, la salud y la vida de la persona.
Segunda consideración. La pobreza es la condición original (que no natural, ya que si lo hubiera sido no la habríamos superado) del ser humano en este planeta, por lo que, más que hablar de la causa de la pobreza, hay que hablar de la causa (y también de la naturaleza: ¿en que consiste realmente?) de la riqueza.
Tercera consideración. Hay que distinguir entre la satisfacción dependiente y la independiente de las necesidades. Si por obra y gracias del gasto social del gobierno, ejercido a través de los distintos programas de ayuda y asistencia, las personas satisfacen sus necesidades, estamos ante la satisfacción dependiente de las mismas, consecuencia no del ingreso generado por el trabajo, sino de la redistribución gubernamental del ingreso. Si, por el contrario, las personas, trabajando y generando ingresos suficientes, satisfacen sus necesidades sin la ayuda del gobierno, estamos ante la satisfacción independiente de las mismas. ¿Cuál de las dos formas de satisfacer las necesidades es la correcta?
Cuarta consideración. Si mañana, por obra y gracia de algún milagro, todos, desde el más rico hasta el más pobre, amaneciéramos con nuestros ingresos multiplicados por mil (de tal manera que el salario mínimo fuera, no 80.04 pesos diarios, sino 80 mil 040), la desigualdad de ingresos seguiría siendo exactamente la misma, pero, con el actual nivel de precios, la pobreza desaparecería.
Quinta consideración. Si usted cree que la causa de la pobreza es la injusta distribución del ingreso, pregúntese a partir de qué peso su ingreso comenzaría a ser injusto, peso a partir del cual el gobierno debería quitarle todo lo que exceda ese nivel para dárselo a alguien más. Usted, ¿puede responder esta pregunta? (Lo que puede ser injusto es la manera de generar ingreso, pero no un determinado nivel de ingreso).
Sexta consideración. Para terminar comparto esta reflexión de Walter Williams: “Permítame ofrecerle mi definición de justicia social: Yo me quedo con lo que gano y usted se queda con lo que gana. ¿No está de acuerdo? Bueno, entonces dígame cuánto de lo que gano le ‘pertenece’ y por qué”. ¿Cuál es la respuesta correcta a estas preguntas?
* Arturo Damm Arnal es economista por la Universidad Autónoma Metropolitana. Estudió también la Licenciatura y la Maestría en Filosofía en la Universidad. Realizó estudios doctorales en filosofía en la Universidad de Navarra. Es profesor de Teoría Económica y de Análisis Económico y de Historia del Pensamiento Económico en la UP. Forma parte del grupo de expertos de @MexicoComoVamos. E-mail: arturodamm@prodigy.net.mx