Por: Valeria Mendiola (@ValeMendiola)
En el blog de México, ¿Cómo Vamos? en Animal Político.
Hidalgo y Tlaxcala: confundiendo fines y medios
Por: Valeria Mendiola (@ValeMendiola)
México, ¿Cómo Vamos? presenta en este blog una serie de artículos para mostrar la realidad económica de los estados que tienen elecciones en junio próximo, dando una perspectiva de los resultados que han tenido en materia económica en la última administración y de los problemas y oportunidades que enfrenta cada uno. Hablaremos de crecimiento, pobreza, desigualdad e informalidad; variables que afectan la calidad de vida de los habitantes e inciden en el desarrollo del país. Esta semana es el turno de Hidalgo y de Tlaxcala.
Hidalgo y Tlaxcala vivirán elecciones para gobernador el próximo 5 de junio. Ambos estados han crecido a tasas mayores a las que ha crecido el país en los últimos cinco años. Hidalgo ha crecido 3.7% en promedio anual y Tlaxcala 3.4%, mientras que el país ha crecido 2.9% en dicho periodo. Ambos estados actúan como frontera entre algunas entidades que han tenido un crecimiento mediocre, como Veracruz, Tabasco y Chiapas, y otros que han estado creciendo de forma importante en fechas recientes, como Aguascalientes, Querétaro y Guanajuato. Pero basta observar un poco más de cerca cómo se ha traducido este crecimiento en otros indicadores, como pobreza y desigualdad, para confirmar que el crecimiento económico no debe de ser la única meta.
La producción de Hidalgo y de Tlaxcala ha crecido de forma importante, pero su producción per cápita está lejos del promedio nacional. El PIB per cápita a nivel nacional es de 136,214 pesos, mientras que en Hidalgo es apenas 97,364 pesos y en Tlaxcala es todavía menor, 72,421 pesos. Tlaxcala es el cuarto estado con el menor PIB per cápita del país, únicamente por encima de Chiapas, Oaxaca y Guerrero.
Cuando se tienen valores bajos en PIB per cápita, no es de sorprender que también exista un porcentaje importante de la población viviendo en pobreza laboral. Durante la actual administración en Hidalgo, a cargo de Francisco Olvera Ruíz, el porcentaje de la población que no puede adquirir la canasta alimentaria con su ingreso laboral se incrementó de 44.6% a 45.1%, un aumento de casi 96,000 personas en el estado. La desigualdad en Hidalgo, por su parte, ha disminuido. Un estado donde la desigualdad disminuye, pero está acompañada de un incremento en la pobreza, puede encender un foco rojo: hay más igualdad, pero en un nivel de ingreso más bajo.
En el caso de Tlaxcala, el porcentaje de la población en pobreza laboral durante la administración de Mariano González Zarur disminuyó de 53.3% a 50.6%. Es una disminución importante, pero aún más de la mitad de la población en el estado es pobre. Además, la disminución en porcentaje no logró contrarrestar el crecimiento poblacional que hizo que la cantidad de personas en dicha condición se incrementara de 642,935 habitantes en 2011 a 655,665 en 2016.
En Hidalgo, la actual administración eligió como slogan de gobierno Tierra de Trabajo. Puede ser que el gobernador que comenzaba su gestión en 2011, escogiera dicho lema como reflejo de dos de los retos más importantes que tendría que enfrentar: la poca generación de empleo formal y la alta informalidad. Cualquiera que fuera la razón, hoy, a unos meses de concluir su periodo de gestión, no se puede evitar encontrar cierto grado de ironía en la frase.
Entre 2011 y 2015, Hidalgo creó 7,600 empleos formales en promedio por año, únicamente 28% de los empleos que debería crear para darle acceso al sector formal a las personas que se incorporan a la fuerza laboral cada año en el estado, 27,300. Ante la falta de empleos formales, la fuerza laboral se ha incorporado a la informalidad. El 67.2% de la población ocupada lo está en el sector informal, sin acceso a las prestaciones que conlleva un empleo formal. Mientras los ciudadanos han perdido esas ventajas, los costos para la economía del estado se han visto reflejados, entre otros temas, en una baja productividad. Los trabajadores en Hidalgo generan $446 pesos por hora trabajada, mientras a nivel nacional se generan $597 pesos por hora.
Tlaxcala también tiene el gran reto de crear empleo formal. Su gobernador, Mariano González Zarur, puso el tema sobre la mesa en muchas ocasiones, desde promesas de campaña e informes de gobierno hasta el Plan Estatal de Desarrollo, donde se mencionan las palabras “empleos” e “informal” en 35 y diez ocasiones respectivamente.
Sin embargo, cinco años después, los datos de Tlaxcala muestran que de las 12,300 plazas formales que debía crear cada año, generó en promedio 3,059, menos del 25% necesarias. Es el tercer estado con el mayor porcentaje de población ocupada laborando en la informalidad, al incrementarse de 69.4% a 70% durante la actual administración. Las consecuencias se observan en la baja productividad del estado. En Tlaxcala se generan $358 pesos por hora trabajada, una de las cifras en productividad más bajas del país, únicamente por encima de Chiapas, Oaxaca y Guerrero, cifra además inferior a lo que se generaba por hora cuando el actual gobernador inició su gestión, $364 pesos.
El afán de generar empleos formales tiene objetivos adicionales mucho más profundos que el crecimiento económico en sí. Contar con un empleo formal permite a la población ahorrar para las pensiones que recibirán en la edad adulta, tema relevante en un país donde 45.9% de los adultos mayores vive bajo algún tipo de pobreza de acuerdo con las estimaciones de Coneval. El empleo formal dota a las personas de prestaciones sociales como acceso a servicios de salud y a créditos para vivienda. La formalización es una poderosa herramienta que traduce el abstracto crecimiento en concreto bienestar.
El crecimiento económico en Hidalgo y Tlaxcala es vital como medio para mejorar el bienestar de los ciudadanos. Pero cuando se tienen niveles tan bajos de ingreso per cápita, incluso crecer a tasas mayores que el promedio no es suficiente. Quien quiera que sea electo el próximo 5 de junio en ambas entidades, tendrá que enfrentar el problema de la informalidad y de la baja productividad. Afrontar ambos temas no solo permitiría alcanzar mayores tasas de crecimiento, sino también lograría que el crecimiento se tradujera en mayor bienestar.