En el blog de México, ¿Cómo Vamos? en Animal Político
Ahorrando en alcancías
Por: Valeria Moy (@ValeriaMoy)
La semana pasada se celebró el Día de la Mujer, día en que nos llenamos de estadísticas que demuestran que en todos los ámbitos sigue existiendo desigualdad de género. Hay desigualdad en el acceso a educación, al sector salud, al mercado laboral y sin duda en la participación de hombres y mujeres en el sistema financiero. Hoy me interesa centrarme en algunas de las repercusiones macroeconómicas que esta desigualdad tiene, en particular las diferencias en los patrones de ahorro entre hombres y mujeres.
Para que una economía crezca de forma sostenida tiene que haber inversión. Inversión que se traduzca en capacidad productiva, en infraestructura, en capital humano. Inversión que siente las bases para la producción potencial aumente. Hace poco, en un foro con economistas a quienes respeto, se comentaba que México no está tan lejos de alcanzar su PIB potencial. Me sorprendió. Al cuestionarlo, me respondieron que dada la infraestructura que tenemos nuestra máxima producción posible ya estaba cerca. La calidad actual de la red eléctrica, de agua, carreteras, aeropuertos, puertos, banda ancha, drenaje, impide que la producción del país pueda ser mayor en los años venideros. El tema es aún más grave en la formación de capital humano. La ampliación y el mejoramiento de la infraestructura requiere inversión. Para que haya inversión, es indispensable que haya ahorro.
El ahorro a nivel familiar es sustancial para el bienestar de los miembros de la familia, es la forma de suavizar el consumo en el tiempo, de financiar la educación, de tener recursos para el retiro e incluso de heredarle patrimonio a los hijos. De acuerdo a diversos estudios, incluyendo algunos realizados por el Banco Mundial, en todo el mundo las mujeres y los hombres tienen diferentes patrones de ahorro. Hay diferencias en el porcentaje que cada género ahorra y los motivos por los que ahorran también son diferentes. No quisiera inferir de esto que estas diferencias se deben únicamente a discriminación, pero en algunos casos así es, particularmente en algunas economías en vías de desarrollo.
La encuesta que realizó Buendía y Laredo, y cuyos resultados presentó Amafore la semana pasada, nos da un panorama de cómo ahorran los mexicanos. Más hombres que mujeres tienen una cuenta en un banco. A la pregunta de por qué ahorran, tanto mujeres como hombres responden que ahorran para estar preparados para algún imprevisto. Ahorrar para el retiro no está en las prioridades, está en el 6to lugar. La mayoría de los encuestados considera que no le alcanzará su ahorro para vivir durante su retiro. Me sorprende que algunos crean que les sobrará.
Ahorran el 48% de las mujeres y el 52% de los hombres. Dentro de toda la información que da el estudio la que mas me sorprende es cómo se ahorra. La principal forma de ahorro entre los mexicanos es el ahorro en casa, el ahorro en alcancías. En un lejano segundo lugar se encuentran las cuentas de ahorro bancarias, y en tercero, las tandas. Pensar en una cuenta de inversión o en una Afore es ya una idea distante. La tendencia a ahorrar en alcancías o en tandas es significativamente mayor en las mujeres que en los hombres.
¿Ahorrar así es ahorrar? Desde una perspectiva de consumo diferido, sí lo es. Pero es una forma profundamente ineficiente de ahorrar. El ahorro en alcancías o debajo del colchón pierde poder adquisitivo cada día que pasa. Aunque actualmente estemos viviendo bajas tasas de inflación, es innegable que con el paso del tiempo el valor de esos recursos se erosiona. Ese ahorro se vuelve de alguna u otra forma ahorro de corto plazo. No es posible ahorrar en alcancías para comprar una casa o para pagar la universidad de los hijos.
Además, esos recursos no pasan por el sistema financiero, por lo que no pueden consolidarse ni canalizarse a proyectos productivos. México necesita inversión. La necesita con urgencia si queremos sentar bases sólidas para el crecimiento, si queremos dejarle a la siguiente generación un país con potencial de crecimiento. La exclusión financiera de las mujeres implica que el país está funcionando muy por debajo de su capacidad.
El sistema financiero tiene un reto, un reto que sin duda podrá ser un buen negocio – lograr que ese ahorro se mueva de las alcancías a una cuenta bancaria, de una tanda a una cuenta de inversión.
* Valeria Moy es economista egresada del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), con posgrado en la London School of Economics. Ha trabajado en el sector regulador de México, en el área de regulación bancaria y de valores. También en el sector privado como tesorera en Grupo Nacional Provincial. Es directora de México, ¿Cómo Vamos?