Por: Valeria Moy (@ValeriaMoy)
Había sido un motivo de elogios haber logrado inflaciones bajas a mediados de esta administración, pero 2017 acabó con el encanto. Hoy es uno de los temas más sensibles y que tendrá que ser abordado con medidas sensatas.
“Estoy convencido de que 2018 será un gran año para México. En los próximos meses, redoblaremos esfuerzos y continuaremos impulsando la transformación del país, que juntos iniciamos hace 5 años”.
Enrique Peña Nieto, en un tuit el 8 de enero de 2018
2017 terminó mejor de cómo se esperaba al inicio del año, cuando la todavía no inaugurada presidencia de Donald Trump y la incertidumbre que esto representaba para México en muchos sentidos permeaba en un ánimo profundamente pesimista. Conforme pasaron los meses, los pronósticos de los especialistas sobre la economía mexicana fueron mejorando. Ya no se hablaba de crecimiento nulo, sino de un crecimiento casi optimista rondando el 2 por ciento. Pero recordemos que el crecimiento del PIB no es el único dato relevante para hablar de una economía, así que vale la pena analizar algunas otras variables para ver cómo le fue a México en 2017 para saber cómo empezamos 2018.
Todavía no tenemos prácticamente ningún dato al cierre del año, pero ya tenemos información que nos permite darnos una idea de cómo nos fue en materia económica.
Si comparamos el PIB per cápita de 2017 frente al de 2018 (usando la información que tenemos disponible al tercer trimestre del año), éste creció 1.1%, pasó de 145,245 pesos (constantes) a 146,891. Un crecimiento a todas luces insuficiente para lograr mejoras notorias en la calidad de vida de la gente.
Fue un año plagado de incertidumbre y la inversión cayó, pero no sufrió la caída gigantesca que se anticipaba en enero de hace un año. La inversión terminó 2016 representando el 23.5% del PIB y al tercer trimestre de 2017 representó 22.4%. La inversión privada es el componente fundamental de la misma. A finales de 2016 la inversión pública fue equivalente a 3.8% del PIB. Ya entonces era considerada una inversión muy baja para el nivel de desarrollo del país y sus requerimientos de infraestructura, pero en 2017 bajó aún más. Con los últimos datos disponibles, la inversión pública rondaba el 3.2%. Es importante hacer énfasis en este dato. Mucho se ha hablado de recortes y ajustes al gasto corriente, pero a pesar de los discursos y las explicaciones hoy en día tenemos el gasto público más alto de la historia y la inversión pública más baja (como porcentaje del PIB) desde la década de los 40. Seguimos gastando mucho, pero sobre todo seguimos gastando mal.
La creación de empleos formales (registrados en el IMSS) ha sido el logro emblemático de esta administración y el año pasado no fue la excepción. Hasta noviembre se habían registrado 1,139,367 plazas en el IMSS. Podríamos discutir si son nuevos empleos, si son eventuales o permanentes, si son bien remunerados o no, pero incluso la sola formalización de empleos es en sí misma una buena noticia. Sin embargo, la tasa de informalidad ha bajado muy poco y el número de trabajadores informales sigue en aumento. Claramente las políticas de formalización no van a ser suficientes para resolver un tema que ha crecido por décadas y que hoy requiere soluciones más complejas.
En la productividad está uno de los temas más serios que el país tendría que resolver y del cual se habla muy poco. Hasta el tercer trimestre de 2017, la productividad había crecido 0.4 por ciento. En la productividad se encuentra uno de los mayores retos que tendrá México si queremos competir en un mundo más preparado y más dinámico. ¿Cómo competir con mano de obra en un mundo que tiende a la automatización? No es un problema simple ni de corto plazo, pero si no hacemos nada al respecto, el mundo avanzará y nosotros nos quedaremos mirando desde lejos.
La inflación sin duda es una de las distorsiones que más afectan a la gente erosionando día a día su poder adquisitivo. Había sido un motivo de elogios haber logrado inflaciones bajas a mediados de esta administración, pero 2017 acabó con el encanto. Hoy es uno de los temas más sensibles y que tendrá que ser abordado con medidas sensatas.
Habría más indicadores, sin duda, pero basta con estos por el momento. Me remito al tuit de ayer del presidente Peña, donde en un ánimo optimista espera “continuar impulsando la transformación del país”. No quisiera ser pesimista y menos al empezar el año, pero con esa información, me queda claro que esa no es la transformación que el país necesita.