Por: Ana Berta Gutiérrez, Valeria Mendiola, Valeria Moy
Con esta columna, México, ¿cómo vamos? comienza la serie “Semáforos electorales estatales”, como parte de un esfuerzo para dar a conocer el desempeño económico de la administración en los nueve estados que elegirán un nuevo gobernador en julio de este año. Se analizarán los datos duros en materia de crecimiento, empleo y pobreza, entre otros indicadores a los que la organización da seguimiento. Comenzamos con Chiapas.
“Vamos por un Chiapas exitoso, competitivo, de calidad y con visión de futuro […] Buscaremos atraer las mejores inversiones, para generar mayor desarrollo económico y crear más empleo.”
Manuel Velasco, Discurso de toma de protesta, 8 de diciembre de 2012
Chiapas es el décimo estado con mayor extensión territorial de México. Su territorio, de más de 74 mil kilómetros cuadrados, representa 3.8% de la superficie nacional, y alberga tres aeropuertos y cuatro pueblos mágicos. Es el 7° estado con el mayor número de habitantes – 5 millones 406 mil personas –, y es también el que tiene la menor tasa de participación laboral[1], 52.3%. En sus 260 kilómetros de franja costera está localizado un solo puerto, Puerto Chiapas, de altura y cabotaje. En él, la carga marítima en 2015 fue equivalente a 235 miles de toneladas, lo cual representa apenas el 0.18% de la carga marítima total en los puertos mexicanos del Pacífico.
El actual gobernador de Chiapas, Manuel Velasco, tomó protesta el 8 de diciembre de 2012. En su discurso frente a los 41 diputados locales y la concentración de 10 mil personas, comenzó su gestión comprometiéndose a impulsar la competitividad de Chiapas, a realizar recortes presupuestales, invertir en infraestructura y atraer inversión. Casi seis años después, Chiapas no solo continúa siendo uno de los estados más rezagados del país, sino que los indicadores muestran que la situación económica empeoró.
A pesar de las promesas de crecimiento, Chiapas ha sido uno de los tres estados que han decrecido en promedio en los últimos cinco años, a un ritmo de -0.2% promedio anual. Durante 14 de los 19 trimestres analizados se dio una caída en la actividad económica. Las actividades primarias y secundarias, que en conjunto representan alrededor de una tercera parte del PIB estatal, decrecieron en 0.1% y 6.1% promedio anual respectivamente, mientras que las terciarias crecieron en 2.4% promedio anual. Además, no hubo avances significativos en la atracción de inversiones que pudieran ayudar a detonar el crecimiento económico. Entre 2013 y 2017, el estado atrajo flujos de Inversión Extranjera Directa por apenas 805.7 millones de dólares, equivalentes al 0.5% de la IED que recibió el país en el periodo.
En cuanto al tema de empleo, la actual administración dejó mucho qué desear. México, ¿cómo vamos? estima que deberían generarse 45 mil 100 empleos formales cada año en Chiapas para darle cabida en el sector formal a la población que se incorpora al mercado laboral. Bajo este escenario, debieron haberse generado 225 mil 500 empleos formales, mientras las cifras indican que únicamente se registraron 8 mil 061 plazas formales en los primeros cinco años de gobierno, equivalentes al 4% de la meta. Se generó un déficit de más de 217 mil empleos formales en los últimos años. La tasa de desocupación en Chiapas es inferior a la nacional -2.5% frente a 3.3%- lo cual quizás sea reflejo de la alta informalidad laboral que tiene el estado.
Cuando la actual administración entró en funciones, Chiapas era la 7ª entidad con la tasa de informalidad más alta, 63.7%. Cinco años después, dicha proporción se incrementó en 4.5 puntos porcentuales y el estado se convirtió en el 4° con mayor informalidad. El incremento de trabajadores que laboran sin prestaciones de ley se incrementó en 89 mil personas.
Las altas tasas de informalidad han tenido consecuencias en la productividad del estado. La productividad es un tema pendiente a nivel nacional, pero en algunos estados el problema es alarmante. Entre el tercer trimestre de 2013 y el mismo periodo de 2017, la productividad laboral pasó de $75 a $77 pesos producidos por hora trabajada. No solo es el estado con la productividad laboral más baja del país, sino que también refleja la disparidad regional. La productividad en la Ciudad de México y Nuevo León es 4.5 veces y 3.5 veces mayor a la de Chiapas respectivamente.
El nulo avance económico de Chiapas tiene consecuencias terribles para los chiapanecos. A finales de 2017, 7 de cada 10 chiapanecos no podían adquirir la canasta alimentaria con el ingreso proveniente del trabajo de su hogar. La proporción es 3.5 puntos porcentuales superior a la cifra que se observaba en 2012, equivalente a 412 mil personas adicionales en pobreza laboral.
En el tema de las finanzas públicas, aunque la deuda se redujo como proporción del PIBE, la eficiencia en el gasto público para atender los retos económicos y sociales ha dejado mucho que desear. Únicamente en 2016 – el último año para el que se tienen datos -, mientras se había aprobado un gasto por 12.4 millones de pesos en comunicación social, el ejercido fue superior en 3,141%; se destinaron casi 400.5 millones de pesos a publicidad oficial. Por el contrario, a pesar de que se esperaban destinar 4 mil 315 millones de pesos a inversión pública, el monto efectivamente destinado a este rubro fue 70% menor, de apenas mil 286 millones. Esto a pesar de que el actual gobernador también aseguró en su discurso de toma de protesta que se trataría del “sexenio de la infraestructura”.
Chiapas lleva décadas siendo diagnosticado como uno de los estados con mayor rezago del país. Cada sexenio, los candidatos que aspiran a ocupar el cargo a gobernador realizan un sinfín de promesas que rara vez se concretan. La falta de capital físico y humano, que impide incrementar la competitividad de la región, son solo algunos de los retos que deberán enfrentarse con urgencia. La clave estará en que los candidatos para las elecciones de este año presenten no solo promesas, sino planes concretos para obtener resultados.