Por: Bárbara Carrillo (@BarbCarrillo27)
Publicado en Animal Político
Quitar dinero a los ricos para darle a los pobres suena espectacular, quien lo logre será considerado un héroe. ¿Se puede hacer a nivel nacional? La historia de todos los países que lo han intentado muestra que no; muestra que, si bien se logra el objetivo de quitarle a los ricos, es a costa de que los pobres terminen siendo aún más pobres y que muchas personas dejen de ser parte de la clase media para caer en situación de pobreza.
Gran parte de los cambios que ha empezado a hacer el presidente electo van dirigidos hacia la “noble” causa de reducir la riqueza de la gente que él llama “fifí”. Para ello necesita asegurarse de que no haya funcionarios que le hagan ver las implicaciones negativas que sus medidas traerán sobre el bienestar de los mexicanos, de todos los mexicanos incluidos aquéllos que votaron por él. Es bien sabido que cuando Lenin alcanzó el poder desterró a Siberia a científicos, académicos, empresarios, gente influyente en la opinión pública y básicamente a cualquiera que pudiera estorbarle. Hoy en día eso no es posible, pero sí está siendo posible reformar las leyes para que gente preparada salga “voluntariamente” de los puestos de poder. También está siendo posible mandar un claro mensaje a reporteros y a gente en medios de comunicación: no se debe escribir o hablar en contra del presidente electo. El objetivo del gobierno entrante es que las personas a cargo de sectores importantes en la economía estén alineados y obedezcan ciegamente. Esto nos hace recordar aquel chiste (ojalá fuera un chiste) del diálogo entre el General y su soldado: –“¿qué hora es?” –“La que usted ordene, mi General”.
Lamentablemente, las acciones e iniciativas del gobierno entrante están afectando las variables macroeconómicas, ahuyentan capitales, bajan el precio de las acciones de las empresas, suben la tasa de interés. No nos engañemos, esto no sólo perjudica a los dueños de las empresas y a la gente rica que tiene acceso al mercado financiero; al contrario. Si sube la tasa de interés, muchos empresarios perderán acceso a crédito para hacer crecer su negocio, lo cual hubiera traído nuevos empleos. Muchos pequeños negocios seguirán siendo eso, pequeños negocios. Pero veamos qué ocurre con las empresas, grandes o pequeñas, que habían contraído deuda con anterioridad: ante el aumento en los intereses enfrentarán mayores dificultades para pagar su deuda y salir adelante, muchas de ellas quebrarán. El rico dejando de ser rico: suena bien, pero no son los únicos perjudicados. Muchos trabajadores pierden su empleo al mismo tiempo que los dueños de esas empresas, al no poder continuar con su negocio, se unirán a las personas que buscan emplearse: el desempleo aumenta drásticamente.
Al cerrar negocios quedarán menos empresas productoras por lo que los precios de los bienes subirán. Y no sólo es eso. Conforme un país pierde credibilidad en el resto del mundo, la fuga de capitales provoca la depreciación de su moneda, empujando también la inflación. Es sabido que la inflación es un impuesto regresivo, es decir, afecta más a la gente pobre que a la gente rica. Este hecho por sí solo debe ser tomado en cuenta por el gobierno entrante. Controlar la inflación es cuidar a la gente pobre; es proteger a todos los mexicanos, cierto, pero al controlar la inflación se protege más a los más pobres.
En la búsqueda del heroísmo Robin Hood, se está perdiendo mucho más de lo que se está ganando. Las consecuencias más graves serán para aquellos que en un principio se quiso ayudar. La historia de tantos líderes que lucharon por ese sueño termina en que, lejos de ser considerados héroes, son señalados como los causantes del empobrecimiento de su gente.
* Bárbara Carrillo es profesora de economía en el ITAM y forma parte del grupo de expertos de @MexicoComoVamos.