Publicado en Animal Político.
La economía mexicana ha crecido muy poco, tan poco que creo que puede llamarse legítimamente una recesión. Las cifras que proporciona el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) indican que la tasa de crecimiento interanual el segundo trimestre de 2018 se situó un 0.4 % por encima del nivel alcanzado el mismo trimestre de 2018, momento en el que la economía mexicana crecía a un 2.0 %.
Además, la desaceleración económica es coincidente con un cambio de gobierno radical que ha polarizado a la sociedad sobre prácticamente todo, incluyendo qué es una recesión y a qué o quien podemos atribuírsela. Probablemente los economistas somos responsables en no haber sabido comunicar la flexibilidad con la que empleamos el concepto de recesión, es como llamar “gripa” a cualquier cosa que nos cause malestar general. No sabemos qué significa exactamente, pero si podemos intuir mediante el uso de los datos disponibles y de la teoría económica cuando una economía está creciendo por debajo de lo que se consideraría normal. México suele sostener tasas de crecimiento anuales promedio de 2.5 % desde 1994 por lo que, en la actualidad, estamos creciendo seis veces más lento. El consumo de los hogares, uno de los componentes más importantes del PIB, solo creció un 0.8 % en el primer trimestre de 2019, quince veces más lento que el 2.8 % al que suele crecer en promedio e implica una caída en términos de cuánto puede consumir cada persona en México, que termina impactando en el bienestar de todos.
Ante tasas de crecimiento tan bajas es irrelevante cómo llamemos a este fenómeno y es igualmente fútil perder tiempo buscando culpables o, lo que es peor, negando lo que es ya es evidente en los datos. Tanto los que quieren culpar al gobierno, como los que no, tienen argumentos razonables que encuentran sustento en lo que los datos muestran. Por ejemplo, los detractores del gobierno tienen razón en señalar que muchos países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) están experimentando un proceso de desaceleración económica similar. Un país típico de la OCDE que crecía a un 2.7 % en el tercer trimestre de 2018 hoy crece a un 1.7 % e, igualmente, mientras México crecía a un 2 % el tercer trimestre de 2018, hoy crece cinco veces por debajo, un 0.4 %. En este sentido los datos apoyan la versión oficialista de que el gobierno intenta hacer lo mejor que puede en un entorno global complicado.
Los que consideran que las políticas del gobierno, como la cancelación del aeropuerto de Texcoco, la construcción de Santa Lucía o el intento de rescate de la industria petrolera nacional ha reducido el crecimiento de la economía mexicana también disponen de evidencia que apunta en esa dirección. La primera estadística que apunta hacia un deterioro en la actividad económica es el Indicador Mensual de Consumo Privado, que en mayo de 2019 creció en un 0.3 %, casi tres veces por debajo del crecimiento del consumo de los hogares en el primer trimestre de 2019. La segunda estadística que apunta en la misma dirección es la caída de un -7 % en la inversión bruta fija, que es fundamental para hacer crecer al PIB y es la caída más pronunciada desde el primer trimestre de 2009. Finalmente, se ha producido una caída en la confianza de los empresarios de entre -2 y -5 % en julio, dependiendo del sector de actividad económica y la confianza de los consumidores ha dejado de crecer también el mes pasado. Estos datos señalarían al gobierno como responsable parcial del bajo crecimiento de México en el segundo trimestre de 2019 y los que pudieran seguirle
Esta es la situación de la economía. Llámenla como quieran y señalen con el dedo a quienes ustedes consideren culpables, ya que lo único que importa es la forma en la que actúe el gobierno a partir de ahora. Por el momento anunció una expansión del gasto público de aproximadamente un 2.5 % del PIB al primer trimestre de 2019, o un 14 % del gasto total del gobierno. Teniendo en cuenta los fuertes recortes al gasto público ejecutados desde el principio de esta administración, no creo que baste para estimular la economía lo suficiente, incluso con el superávit primario con el que el gobierno empezó su administración, estemos o no en recesión.
* Jorge Alonso cursó la Licenciatura en Economía por la Universidad Autónoma de Madrid, la Maestría en Economía y finanzas en el Centro de Estudios Monetarios y Financieros, la Maestría y el Doctorado en Economía en la Universidad del Estado de Arizona. Desde 2010 es profesor de tiempo completo e investigador en el ITAM. Forma parte del grupo de expertos de @MexicoComoVamos.